CUENTOS
CITADINOS
¿Quién es Juan Manuel Torres Moreno?... |
3.1416...
y el sentido del mundo*
*2o Lugar
Concurso de cuentos
2001 Region Saguenay Lac Saint-Jean (Canada)
El número pi
siempre a fascinado a la humanidad. Matemáticos de todas las
épocas
han dedicado vidas enteras a complicados cálculos para arrancar
uno a uno sus dígitos al infinito. O para encontrar sus
propiedades
fundamentales, tratando de acotar lo inacotable, y tratando de hallar
la
cuadratura del círculo. pi
es un número irracional, trascendente e infinito, como ya lo han
demostrado Pitágoras, Leibniz, Lindemann y otros tantos. La
aproximación
de dicho número igual a pi=3.1415926358979...
es sólo eso: una simple aproximación, pues el valor
verdadero
de pi
se
pierde siempre en los meandros del infinito. El pi
que aprendemos en la escuela primaria de 3.1416 es sólo una
ingenua
máscara para encubrir una verdad espantosa. pi
encierra un secreto terrible, que ni siquiera una mente torcida en sus
sueños de opio más profundos habría podido
imaginar.
Me
explicaré
lo mejor posible. Mis investigaciones sobre pi
me llevaron a descubrir que sus dígitos decimales contienen
mucho
más que la relación del área de un círculo
unitario respecto a su perímetro. Mucho más que la
matemática
abstracta de integrales de superficie o de la teoría de las
probabilidades.
Mucho más que eso. Lo que encontré me ha alterado
enormemente,
pues en los dígitos de pi
se inscribe el secreto del sentido del mundo. Escuche bien: toda suerte
de informaciones (así sean las más secretas, las
más
importantes, las más insignificantes o las más
insospechadas)
se encuentran en pi.
Absolutamente todas. Y eso no deja de ser inquietante. ¿Quiere
ejemplos?
tome para empezar, un dato cualquiera. Su fecha de nacimiento, por
decir
algo: “El 20 de junio de 1964”. Esto escríbalo como “200664”
como “19640620” o bien como “20664”. Poco importa la
cantidad
de dígitos con que codifique la fecha pues el bug del año
2000 ya es sólo un recuerdo nebuloso: ahora busque estas cadenas
numéricas dentro de los dígitos de pi.
Ahí las encontrará sin ninguna dificultad. Incluso
repetidas
veces en distintas posiciones después del punto decimal. Las
fechas
de nacimiento de todos los seres humanos que viven, que han muerto o
que
nacerán se hallan en pi.
También las fechas de su muerte, desde luego. Ahora tome su
numéro
de teléfono, por ejemplo el 879-7267 (si quiere incluir el
código
del área de larga distancia, hágalo: pi
no tiene restricciones): lo encontrará sin dificultad
también.
O el de su vecino, o el de sus parientes, amigos o enemigos. Su
numéro
de registro civil, del seguro social, su número de licencia de
manejo,
su peso o estatura combinados, alternados o mezclados; el número
de su casa o de su departamento, el de su tarjeta de crédito
(visa,
mastercard o la que quiera) y también el NIP correspondiente, su
cuenta del banco: el saldo de su cuenta en el banco; los
teléfonos
de sus amantes ---si es que las tiene o tendrá---. Todo
está
ahí. Todo lo numérico está en pi.
Incluso pi
mismo está dentro de pi,
demostrando así la perversa recursividad del infinito. Pero no
se
detiene ahí la cosa: codifique el alfabeto en español
(inglés,
árabe, chino o el idioma que usted hable) dando un valor
numérico
convencional a cada letra: A=1, B=2, C=3,...,Z=27 (o el código
que
usted prefiera). De esta manera podrá empezar ahora a codificar
cualquier frase como por ejemplo “Puedo
escribir los versos más
tristes...” en la cadena numérica:
“172254165203199291912162351920162013120211992021520...” Y
que ha existido
siempre, aún antes que Neruda la pensara. El nombre codificado
de
su primer amor se hallará en pi. Todos
los nombres se encuentran también en pi.
¿No es sorprendente? Las matrículas de las placas de
todos
los automóviles están ahí. Ahora podría
encontrar
no sólo el teléfono de sus amantes, sino también
sus
nombres, direcciones, pesos o la edad que siempre le ocultaron. Incluso
los nombres de los amantes de sus amantes (complejidades del quehacer
humano).
El directorio telefónico completo se hallaba disponible
aún
antes de la invención del teléfono.
Todos
los textos pueden ser codificados convenientemente y recuperables
-eventualmente-
a partir de pi.
El Capital, La Biblia, El Principito, Cien años de soledad, El
Quijote...
todos los textos están en pi.
Todos estaban ahi incluso antes que Marx, García Márquez,
Cervantes, Kafka o quien sea los escribiera (o no los escribiera).
¡Hay
una cantidad inimaginable de literatura virgen (si la literatura puede
serlo) dentro de pi
que no espera sino a ser leída! En pi
cabe toda la poesía de Neruda, de Borges o Rimbaud. Todas las
bibliotecas
del mundo se encuentran ahí; incluso la biblioteca infinita
imaginada
por Borges. Pero además hay también toda la música
(cada sonido codificado digitalmente en los discos compactos como
largas
cadenas numéricas) que conocemos. Y toda la que nunca
oíremos:
toda la que se compondrá en el futuro. Además de las
pinturas,
imágenes, filmes, videos y cualquier otro material codificable.
Las direcciones numéricas de todas las redes de computadoras y
de
todas las páginas web están en pi.
Así, la misma Internet acaba siendo devorada por la boca inmensa
de ese monstruo infinito e irracional que es pi.
Pero
también
están ahí -escúchelo bien-: cosas tan
intrascendentes
como este texto que usted lee: el texto que estoy escribiendo en este
preciso
momento, que empezó líneas arriba diciendo “El número pi
siempre ha fascinado a la...” y que traducido
adecuadamente como:
“5121422131916179209513171951612091414161121...” se
encuentra, por supuesto en alguna
parte oscura al interior de las entrañas digitales de pi.
De modo que, dado que esto que escribo ahora ya existe dentro de pi,
y que si dejo de escribirlo también lo estará... entonces
¿para qué diablos lo sigo escribiendo?...
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